martes, 3 de diciembre de 2013

Diecisiete nombres



¿Seré capaz de llamar por su nombre a cada asistente al curso sin necesidad de utilizar cartelitos? me pregunté a mí mismo, hace cuatro años, en una reflexión sobre la manera de conectar mejor con los asistentes a mis cursos.

La respuesta es sí. La semana pasada llamé por su nombre a treinta y cuatro personas que acababa de conocer. Diecisiete en cada curso. Parece difícil, ¿verdad?, pues no lo es, es tan solo cuestión de “escucha activa”, de atención consciente.

Sí que es cierto que hace apenas cuatro años yo tampoco estaba muy seguro de mi memoria como para recordar diecisiete nombres minutos después de habernos presentado. Hoy no solo sé que sí soy capaz, también sé que cualquiera, si se lo propone, puede hacerlo. Lo he propuesto como reto en algunos cursos y he comprobado que, quien se lo propone, obtiene muy buenos resultados desde el primer intento.

Aunque lo tuve en mente unos meses, lo empecé a hacer por necesidad, en una formación sin mesas ni apoyaderos, donde no había manera de colocar los cartelitos. Durante la presentación me esforcé en asociar de alguna manera a cada persona con su nombre, y conseguí memorizar todos menos dos o tres. Desde entonces prescindo de los cartelitos. Lo que hago es, en la rueda de presentación, repetir cada nombre inmediatamente después de oírlo, como confirmando que he entendido, y volverlo a repetir al agradecer su presentación.

—Hola, me llamo Sandra…
—Sandra (confirmo yo en voz alta)
—Trabajo en (…) y me gustaría planificar mejor mi tiempo.
—Muchas gracias, Sandra.

Poco después de la presentación, utilizo sus nombres para preguntarles por sus expectativas en el curso. Es la tercera vez que lo pronuncio en pocos minutos y siento que ¡ya lo tengo! (Si alguno se me escapa, se lo vuelvo a preguntar —perdona, ¿tu nombre es…? y ese ya sí que no se me olvida). Según voy nombrándolos noto cómo van activando su atención y cómo se abren a hablar con mayor confianza. Sinceramente, pienso que mostrar este esfuerzo por llamar a cada cual por su nombre es una de las claves que favorecen cursos dinámicos y participativos.

Vosotros ¿Lo hacéis? ¿Os lo habéis propuesto alguna vez? ¿Qué pensáis al respecto?

Roberto.

2 comentarios:

  1. Lo que te pasa a ti es que eres un crack con una memoria e inteligencia que no todo el mundo alcanza. Esto no te lo vas a decir tu a ti mismo en tu blog porque no quedaría propio, pero te lo digo yo que también soy formador y no me acuerdo de ningún nombre. Será por falta de interés? No me importa para quién hablo y sólo lo que digo? Si yo no me acuerdo ni siquiera de sus nombres, puedo exigirles que se queden ellos con algo de lo que les intento transmitir? Enhorabuena por el blog y por vuestro nuevo proyecto. Os admiro.

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  2. Muchas gracias, Alfonso, por el piropo. Tienes razón, en una clase magistral en la universidad, delante de 40 o 50 alumnos, lo principal es el contenido, el mensaje, lo que dices. Y estoy seguro de que si te vieras dinamizando un taller de habilidades, con 12 o 15 alumnos dispuestos en U o en islas de trabajo, la cercanía de la situación y la necesidad de participación activa te pediría llamarles por su nombre. Además sé que tu influencia gana en las distancias cortas. Propuesta: Yo te echo un cable en una de tus clases en la Uni y tú te vienes a dinamizar alguno de nuestros talleres. ¿Hecho?

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